Naciendo en casa

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NUESTRO PARTO: Iara, Juan y Lobo. (por Iara)

 

Semana 40 y 3 días. A las 20.30hs habíamos terminado de cenar.
Juani, se fue al cuarto donde hacía música y yo me quedé en nuestra habitación, y empecé a sentir unas leves contracciones. Que decidí empezar a anotar la hora en que las sentía.

Fueron en aumento rápidamente. Cada 10 minutos, después de media hora, cada 5. La segunda hora cada 3. Y todavía no le había dicho nada a Juani! Quería que ese momento fuera mío y de Lobo. Hasta no estar completamente segura que ese era el día de su llegada.

Cuando pasaron 2 horas, fui al baño a hacer caca y mis contracciones ya eran cada 2 minutos. Fui a decirle a Juani que ya estaba sucediendo. En el momento en que se lo dije, fue como que se disparó la situación y noté que había roto el tapón mucoso.

Le dije que les avisara a Caro y a Ana, pero que todavía no vinieran.
Recuerdo que hacía muchísimo calor. Pleno verano. Y que yo no podía estar en otra posición que no fuera parada. Sentía la necesidad de estar enraizada en la Tierra.

Cada vez más iba entrando en mi. Iba dejando esta dimensión.
Muchas veces leí que el parto es un viaje hacia las profundidades de tu ser, para salir del otro lado con tu cría. Y vos, nacer madre. Sé que para mi fue así.
Recuerdo un dolor muy fuerte en el sacro.

Ana llegó a las 2.30 am y yo estaba caminando por el living a oscuras. En toda la casa no había ninguna luz prendida. Escuché que Ana le dijo a Juani que el parto ya estaba muy avanzado, porque estaba perdiendo mucha sangre.

Le dije a Ana que se fijara cuánto había dilatado. Y ella me dijo que no hacía falta. Que confíe en el proceso, que venía muy bien.
Me devolvió el poder a mi.

Fuimos a la bañera, y parada me tiraban agua en la espalda.
Juani quiso armar la pileta en el living. Y cuando fue a buscarla, Ana le dijo “no creo que llegues”. Eso me alentó mucho!!

El sacro me partía al medio. Sentía como la cadera se me abría en mil pedazos. Pero siempre tenía la sensación de que no estaba siendo TAN grave como me habían dicho desde chica. Llegó Caro y quise salir de la ducha.

Me paré en el sillón y sentí unas ganas de pujar que se me iba la vida en eso.
Le pedí a Caro que me tocara para ver cuánto había dilatado, porque no quería pujar si no había llegado a los famosos 10cm.
Caro me miro y suavemente me dijo “no hace falta. Si vos sentís ganas de pujar, pujá”. Wow! otra vez me devolvió el poder a mi. Y en ese momento sentí como Lobo se encajaba perfectamente en mi canal vaginal, ya listo para llegar.

Yo vocalizaba como un animal salvaje. Me dijo Juani que era un canto de placer intenso. Y que nunca me había escuchado hacer un sonido semejante.

Fue muy loco, cuando empecé a pujar, claramente mi mente se volvió clara. Volví a esta dimensión, volví hacia afuera. Y estaba en estado completamente activo. No estaba más en transe.

Después de sentir que Lobo se encajaba, en la próxima ráfaga, sentí lo que llaman el aro de fuego. Y recuerdo que pensé que no iba a poder lograrlo. Que si lo hacía iba a morir, con todos mis órganos fuera de mi cuerpo.
Respiré, y supe que era así: que tenía que morir. Que iba a tener que dejar algo de la que era en ese instante. Grité desde el centro de mi cuerpo y respiré anclada en mi , para no desgarrarme.

Y la cabeza salió. Y el tiempo se paró. Con la cabeza entre mis piernas. La bolsa intacta.

Silencio.

Me acuerdo que le pregunté a Caro “y ahora?” Ella me dijo que tenía que esperar a la próxima ráfaga.

Esperamos y llegó. Le grité a Caro que lo atrapara y me entregué. Y con la ráfaga, los hombros y el cuerpo entero.

Lobo nació a las 4.55am del 02 de enero, en la bolsa, en las manos de Caro.
A la hora y media expulsé la placenta, con un poquito de fuerza, pero sin nada de dolor. Y recién cuando el cordón dejó de latir Juani lo cortó con mucha suavidad con un cuarzo rosa que elegimos para ese momento.

Después se prendió a la teta super bien, no me desgarré nada, así que pude ir caminando a hacer pis y a darme una ducha.

Todo ese día dormimos sin parar hasta la noche, lxs tres en la cama.