Ana Becu – Lic. en obstetricia.
Estando embarazada supe que quería un parto natural, pero no lo encontré en la institución donde nació mi única hija, en 1994.
Tuve un parto vaginal conducido, sin respeto por mis preferencias y mi hija y yo fuimos separadas apenas nacer sin motivos médicos.
Mi maternidad despertó mi vocación, despertó en mí una fuerza y un amor que no imaginaba.
Nació en mí el deseo de acompañar a las mujeres en sus partos, pero con ganas de acompañarlas de otra manera… como me hubiera gustado que fuera conmigo.
Termine la Licenciatura en Obstetricia en 2008, y al mismo tiempo fui buscando y encontrando otras formas de asistir el nacimiento.
Fue así que empece trabajando junto a colegas que asistían nacimientos en domicilio como hacen las parteras en otros países, y aprendi muchísimo.
Aunque debo confesar que quienes más me enseñaron y siguen haciendolo aun hoy, son las mujeres que eligen su casa para parir.
Actualmente trabajo de forma exclusiva asistiendo nacimientos en casa (partos planificados en domicilio). Es por el momento la única manera de reivindicar la experiencia del parto para las mujeres y el rol de la partera a su servicio.
Disfruto plenamente esta manera que elegí de ejercer la profesión porque participo en todo el proceso sin fragmentaciones.
Las decisiones informadas que toma cada mujer que acompañó y su familia en cuanto a su salud y el lugar del parto, las empodera.
Es hermoso ver las transformaciones.
Carolina Waldner – Lic. en obstetricia.
Recibí mi título con mi hija en brazos, pero siempre sentí que me recibí el día en que la traje al mundo y sentí lo que era convertirse en madre.
Su nacimiento me encontró en un lugar de desinformación total: un parto intervenido y sin nada de contención por el equipo que había elegido, lo que me hizo repensar la forma en que quería desempeñar mi rol de partera.
Trabaje 10 años en la maternidad donde me forme, pero nunca deje de buscar otra forma de asistir que no fuera esa que me habían enseñado.
Tenía que haber algo más, algún otro recurso que pudiera brindar para que los partos fueran distintos al que me había tocado vivir.
Hice varios cursos: terapias alternativas, yoga, eutonía, y así me encontró mi segunda gestación.
Renuncie al hospital y me quede solo con la actividad privada y me prepare para recibir a mí bebe. Me encontraba distinta, más informada y con otros deseos.
Me acompaño una amiga del alma y parí en el sanatorio donde trabajaba.
Decidimos una inducción por alto peso del bebé (más de 4,300kg) y pude hacer lo que quise, transite gran parte del trabajo de parto en mi casa y en la institución me cuidaron y acompañaron como deseaba.
Definitivamente había otra forma de asistir.
Me forme como doula y esa fue la puerta que abrió el camino que me trajo hasta acá.
Aprendí la real fisiología del nacimiento y la importancia de acompañar sin intervenir innecesariamente, conocí el modelo de parto planificado en domicilio y sus ventajas.
Y un día acompañe por primera vez a una mujer que me invito a presenciar su parto en casa (por siempre agradecida Naty)… ese era mi camino.
En el 2015 me forme como puericultora en la ACADP para complementarme y asistir también la lactancia.
Hoy ejerzo mi profesión en ambos ámbitos (en institución y en domicilios), caracterizándome por asistir partos sin intervenciones innecesarias, respetando el deseo de la mujer.
Seguramente me falta mucho por recorrer, soy consciente que cada nacimiento me enseña algo nuevo, pero tengo la seguridad que estoy en el camino correcto.