Naciendo en casa

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NUESTRO PARTO: María Concepción, Leo, Ringo y Pia. (por Mai)

 

En medio de tanto covid y tanta locura mi preciosa cumplió 1 año el 15. Ya pasó un año de la experiencia más transformadora e increíble de mi vida, haber parido a Pía en casa, acompañada de mis parteras, increíbles guardianas de semejante momento y de mi gran compañero de vida.

Ya pasó más de un año de las clases de yoga y de esferodinamia en Saramama, todas esas charlas, esas miradas, los silencios, los altares, las lecturas, las respiraciones, las elongaciones, la música, los mantras, la canción de Saramama q tantas veces me hizo llorar, q incluso la escuché durante mi preparto; nuestras panzas, llenas de vida, de luz, de energía, de fuerzas, de esperanzas, de ilusiones, de miedos por momentos, y a la vez de inmenso coraje.
Fueron 9 meses de leer e informarme mucho, de empoderarme, de permitirme tantas cosas… de procesar tantas otras… y así fue que logré que fluya, yo, una escorpiana que todo tiene q controlar, logré dejar fluir la naturaleza en mí, escuchándola, escuchándome, en contra de todos los estereotipos, desde el silencio por haber tomado una decisión q según dicen una médica no podría ni pensar… pero me escuche a mi, a mi yo mamífera, a mis deseos almicos más profundos, escuché a mi bebé q me pedía el mayor de los respetos para su llegada. Logré sanar la herida que me dejó la cesárea innecesaria de Ringo, el arrebato de su parto, el apuro del sistema de salud, la imprudencia de las palabras que lastiman a una mujer q quiere parir, esas contracciones antinaturales del goteo de oxitocina q no te dan descanso, esa tijera rompiendo mi bolsa, ese pinchazo de la epidural, esas luces del quirófano como si estuvieras enferma, esos brazos atados, sin poder ser la primera en abrazar a mi hijo, esa tela azul entre medio de su salida de mi cuerpo y yo, esas largas hs sin poder sentir la mitad de mi cuerpo y sin poder moverme para poder acomodarlo a mi teta, esas enfermeras dándome indicaciones/órdenes de como agarrarlo, de cómo conocernos, esa sensación de angustia cada vez q se lo llevaban de la habitación.

El parto fue el mayor dolor físico de mi vida, por momentos creí q no iba a poder lograrlo, pero fueron largas hs en las que pase por todos los pensamientos, por todos los sentimientos, hs en que me entregaba al dolor y al cansancio, hs en q recuperaba fuerzas y confiaba en q pronto la iba a ver, hs en q hablaba con ella, las dos solas, entre contracción y contracción; hs en la bañera, mi gran aliada por meses, ratos en la pelota, en la pileta, sentada en la cama… a los gritos como un animal, como una verdadera mamífera dando a luz. Las palabras de Ana diciéndome q exprese todo, q saque todo lo q sentía, q me deje atravesar por el momento para poder permitirle fluir al momento, para abrir todos mis canales. Caro sosteniendome con fuerza, diciéndome q lo hacía bien. Las dos respetando mis momentos, mis necesidades, cuidándome a mi y a Pía, acompañando a Leo, dándonos tranquilidad de q lo estábamos haciendo muy bien, confiando en nosotras. Fue duro, fue intenso, pero logré dejarme atravesar por el momento, por el dolor, por el nacimiento en mi cuerpo, por la llegada de mi hija a mis brazos.

Pía nació en el banquito de partos, en el living de casa, con 2 vueltas de cordón, q no fueron problema, en la oscuridad de la noche a las 23:45, alumbrados con una linterna y fui yo la primera en abrazarla y besarla, y todo fue increíble!. Después vino el alumbramiento, q tmb fue doloroso pero ya no importaba tanto pq ella estaba prendida a la teta, recién llegada al mundo, ya en mi cama, con la luz tenue del velador, con silencios, palabras suaves, dulces y risas de felicidad. La pesaron, la midieron, la auscultaron y después brindamos con un licuado de frutas y placenta q hicieron mis parteras. Se fueron, nos dejaron solos conociéndonos, yo le puse la vitamina k en su piernita y después descansamos, sin estrés, desbordados de amor y gratitud de tenerla con nosotros ahi.

Ringo estaba con mis hermanas y por primera vez se quedó a dormir con una de ellas. Leo se murió de miedo y de ansiedad mil veces en el día, pero a pesar de todo me respeto y me acompañó, confiando, incluso en contra de sus creencias de q en una clínica hubiera sido más seguro y más rápido.

Gracias Caro y Ana!!! por acompañarme en el proceso!!! Gracias por ser gran parte de la fuerza q me empoderó!

Orientándome a la introspección, a escucharme a mí. Gracias por las herramientas! Gracias por quedar para siempre en nuestros corazones desde la dulzura enorme con la que nos acompañaron siempre!!!. Algún día espero poder relatar con más detalles todo el proceso. Pero quería poder expresar un poco de todo lo q paso hace 1 año. Ando a mil trabajando mucho con esta situación de pandemia pero quería poder darme este gran paréntesis volviendo a lo q siento. Gracias otra vez y para siempre!!!!!!!