El dolor en el parto
Con esta introducción comenzamos este mes tres artículos para tocar varios aspectos en relación al dolor del parto: su función; modos de vivirlo constructivamente y que pasa con la medicación y la anestesia. Esperamos que sean interesantes para ustedes:
“Muchas mujeres se preguntan durante la gestación y a veces antes de concebir un hijo, cómo van a pasar el dolor del parto. Esta preocupación se ha vuelto tan soberana que captura gran parte de la atención de la mujer y de los equipos de salud. En el transcurso de los años se ha intentado controlar ese dolor, adormecerlo o negarlo. ¿Podría ese dolor ser domesticado? ¿Podría establecerse con él otra relación?
Vivimos en una sociedad programada para huir del dolor, un dolor que visiblemente nos rodea, tanto más en la medida que es rechazado, ya que es ese rechazo el que instala el sufrimiento. La era tecnológica nos impulsa hacia un ámbito desvinculado de nuestros recursos internos. Hemos olvidado cómo escuchar nuestros cuerpos, recurrimos a la medicina sin preguntarnos qué es lo que nuestro cuerpo está tratando de decirnos. Es arriesgado creer que no hay sabiduría en él y solo tratar de corregir el malestar físico químicamente, antes que la conciencia tenga el tiempo de recibir el mensaje, de enterarse, de sentir, y poder darle una respuesta eficaz. Esta actitud profundiza el malestar y la desconfianza. […]
El dolor es una experiencia subjetiva, su percepción varía de una persona a otra y es diferente también según las culturas. El dolor forma parte de la experiencia humana. Es una vivencia tan personal que solo la mujer puede evaluar lo que representa para ella. ¿Con qué medios de sostén cuenta para hacer esa evaluación? ¿Cuál es el abanico de elecciones que se le presentan? ¿Es una elección constructiva que le devolverá el rol protagónico de poder y responsabilidad?
Nadie puede decirle a otro cuál dolor es capaz de sobrellevar. Lo mismo sería aplicable para negarle esa posibilidad. Centrar la discusión alrededor de la cuestión: “si puedo evitarlo ¿para qué voy a sufrir?” implica renunciar de antemano a la posibilidad de desplegar una visión que no excluya lo que se pierde cuando se prioriza lo que se gana.”
Jaqui Zieler, “El derecho al dolor”.